lunes, 4 de enero de 2010

No se mancha

La pelota rodaba fastidiosa por el impiadoso campo de juego. Nadie la trataba bien, no la acariciaban y cada vez más seguido le propinaban puntinazos en su dolorido estómago. De pequeña, ella solía observar por televisión a los grandes jugadores que mimaban a sus compañeras y añoraba un trato similar, afectuoso, cordial.
Pero a no engañarse, sus quimeras no eran vanas nimiedades.
Con el sosiego que le había transmitido su vasta experiencia, sabia que había diferentes clases de futbolistas. Dúctiles, aguerridos, otros más técnicos y la lista era infinita. Pero lo más importante era la intención, las ganas que ponían los jugadores de turno en tratarla bien. Valoraba a aquellos que siempre intentaban protegerla, cuidarla, esconderla del golpe artero.
Recordaba su infancia, donde los chicos de las categorías menores la respetaban y se divertían con ella, corriendo de acá para allá en una carrera desenfrenada de compañerismo y solidaridad. Luego con el correr de los años, su ascenso a las ligas mayores, donde las urgencias y las necesidades apremiantes hacían mella su ajado y esférico cuerpo.
En la actualidad, es una habitante más del sótano de algún club, atiborrado de trastos y objetos que alguna vez estuvieron de moda, como ella.
Sueña con que alguien se apiade y cosa sus gajos deslucidos, infle su corazón de ánimo y le permita rodar por última vez.

3 comentarios:

  1. Feliz año Diego,que sigas escribiendo como lo haces.

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  2. Que bueno que esta!nunca imagine que escribirias de esa forma una de tus pasiones
    Paus

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